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Traducido por Marco Gámez
Las decisiones de un mánager pueden no ser muy impactantes en la temporada regular, pero adquieren un valor exagerado en octubre. En los partidos de postemporada con marcador apretado, la decisión de sacar un lanzador abridor puede señalar como decisivos a turnos al bate que definen el curso del juego. Debido a que nunca vemos cómo se habría desarrollado la otra opción, es fácil criticar la decisión de un mánager y responsabilizarlo por el resultado.
La semana pasada hubo muchos comentarios con respecto a las decisiones de Dave Roberts sobre cuándo retirar a Clayton Kershaw. Esta semana, el resultado de la Serie Mundial dependió, al menos según algunos, de la decisión de Kevin Cash de que el lanzador abridor Blake Snell había concluido su labor a principios de la sexta entrada. El relevista Nick Anderson entró, rápidamente permitió la carrera ganadora, y ahora los Dodgers son los campeones. En retrospectiva, la decisión de Cash marcó la diferencia, pero la decisión de retirar a Snell fue respaldada por algunos datos que sugerían que Snell se estaba cansando y estaba también potencialmente en mayor riesgo de sufrir una lesión.
La decisión de Cash fue muy criticada en Twitter, principalmente debido al hecho de que Snell estaba “manejando la situación”. Su actuación a lo largo de cinco entradas y un tercio fue excelente: solo permitió dos hits e hizo 73 lanzamientos. El as de los Rays ponchó a nueve y no dio bases por bolas a ninguno de los bateadores rivales. Sobre una base exclusiva de rendimiento y conteo de lanzamientos, Snell estaba en plena forma y listo para continuar.
Pero como han demostrado muchos sabermétricos, el desempeño de un lanzador durante las primeras entradas no predice básicamente nada sobre los lanzamientos posteriores que realice. El dominio de Snell sobre los Dodgers durante la primera mitad del juego no era garantía de que lo seguiría ejerciendo. En el mejor de los casos, mejoró su efectividad esperada en más o menos un cuarto de carrera. Pero esa mejora en un cuarto de carrera, si se mantenía hasta el final, se podría sumar a las estadísticas en la tercera vez que tuviera que encarar a la alineación. En ese momento, Snell, como casi todos los lanzadores, enfrenta algunos problemas: su OPS permitido es de .913 en la tercera ocasión que enfrenta a la alineación rival, cifra que es mucho peor de lo que un relevista fresco de los Rays debería haber podido alcanzar. (Excepto, aparentemente, Nick Anderson en este caso específico).
Eso no quiere decir que no tuviera ningún valor analizar cómo había lanzado Snell hasta ese punto. Hay que hacerlo, pero no sólo basado en los resultados que había logrado. En un artículo de 2018 escrito junto a Greg Matthews, mostramos que los lanzadores presentan “manos calientes”, durante períodos en los que su desempeño excede su línea habitual, a veces por márgenes bastante significativos. Pero el truco de esa historia fue que la forma de detectar la buena racha de un lanzador no era mirar qué tan bien había lanzado, sino qué tan rápida era su bola rápida. Los ponches, los sencillos y los jonrones son señales poco precisas del desempeño de un lanzador, porque son consecuencias no solo del lanzador en el montículo, sino también del bateador, el estadio y la atmósfera, entre otros factores. Debido a que la velocidad de los envíos en forma de “cuatro costuras” es un atributo tan constante de un lanzador y que determina tan fuertemente su desempeño, esta es, en realidad, un indicador principal de cuán efectivos serán esos lanzadores.
Y según ese método, Snell estaba agotado. Como Craig Edwards detalló en FanGraphs, la velocidad de la bola rápida y la de la curva de Snell habían comenzado a descender precipitadamente. Un lanzador con una bola rápida en 94 mph (151 kph), en lugar de 96 mph (154 kph), tiene una efectividad peor por media carrera, eliminando (y algo más) cualquier beneficio esperado del “manejo de la situación” de Snell hasta ese momento. Y una vez que su velocidad comenzó a disminuir, era probable que continuara bajando hasta que tendría problemas.
Hay otras formas más profundas de evaluar la fatiga del lanzador que van más allá de las bases por bolas, los hits y los ponches. En una investigación pionera publicada en el Hardball Times, el futuro empleado de los Rays (y empleado actual de los Twins), Josh Kalk, presentó un método para predecir las lesiones de los lanzadores basándose en el deterioro de su punto de soltar la pelota, quiebre y velocidad de los lanzamientos. Ya sabemos que la velocidad de Snell estaba cayendo como una piedra, pero como era de esperar, su punto de soltar la pelota también comenzaba a volverse inconsistente.
El punto vertical de salida de su bola rápida cayó a su nivel más bajo en el juego, mientras que el punto de salida de su bola curva comenzó a elevarse. La separación entre puntos de salida de los lanzamientos también permite que un bateador comience a reaccionar antes al tipo de lanzamiento, sin necesidad de ver cómo se mueve el lanzamiento. El tamaño de la muestra en ambas tendencias es muy pequeño, ya que Snell lanzó solo uno de cada uno de sus tipos de lanzamiento principales antes de ser retirado del juego en el sexto episodio, pero debido a que los puntos de liberación tienden a ser bastante consistentes (especialmente para buenos lanzadores), incluso las desviaciones pequeñas pueden ser significativas. Y en la sexta entrada de un juego apretado, la cantidad de evidencia para sacar a un lanzador debe ser mínima.
Esto no quiere decir que Snell estuviera en riesgo inminente de una separación del hombro o una rotura de ligamentos. Como señaló Kalk en ese artículo, muchas lesiones de lanzadores nunca fueron anticipadas por su método de detección. Pero la contratación de Kalk sugiere que los Rays pensaron que este trabajo podría ser útil. Parece evidentemente posible que monitoreen indicadores como éste para determinar si sacan a un lanzador del juego. Incluso si no pueden transmitirle la señal de deterioro del lanzador a Cash de inmediato, pueden decirle que hay que estar atento y transmitirle advertencias entre episodios.
Finalmente, existen buenas razones para la decisión de Cash que van más allá del desempeño de Snell hasta ese momento. El mánager de los Rays tenía disponible posiblemente el mejor cuerpo de relevistas de las mayores, con una superabundancia de brazos que habían demostrado ser relativamente exitosos contra los Dodgers hasta ese momento. La elección no era solo acerca de Snell, sino sobre a quién podría recurrir Cash para reemplazarlo. Anderson, por ejemplo, mantuvo a sus oponentes en una línea ofensiva de .091/.138/.182, que fue mejor que la del as de los Rays incluso en la primera vez que Snell enfrentó la alineación rival. (Anderson había tenido problemas últimamente, por lo que quizás no era el brazo del cuerpo de relevistas al que acudir, pero Cash seguramente tenía a alguien a su disposición que podría superar la tercera vez de Snell frente a la alineación enemiga).
Si Cash hubiese cubierto todo el juego con un relevista por entrada, esa sería la decisión correcta. Después de que Snell había cubierto más de la mitad de un juego con una apertura de calidad y comenzaba a mostrar signos de fatiga, sin duda reemplazarlo fue la decisión correcta. Que su decisión no haya funcionado no prueba que Cash sea un tonto; es una prueba de que no tiene previsión oracular. A veces, la sabermetría puede llegar demasiado lejos al hablar de “confiar en el proceso”, incluso cuando los resultados son malos, pero este fue un caso en el que Cash tenía las probabilidades exactamente correctas. Dio la casualidad de que sacó par de 1 tras lanzar los dados y perdió el juego de todos modos.
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