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Traducido por Marco Gámez
El béisbol se ve envuelto en otra controversia, esta vez en torno al uso de sustancias que influyen en las revoluciones de la pelota. Tras la reciente cobertura de los medios y el creciente conocimiento de los fanáticos sobre el tema, MLB ha dado pasos para tomar medidas enérgicas contra los lanzadores que las usan, y como resultado, hemos visto una completamente renovada versión de las revoluciones de la pelota de beisbol.
Todos sabemos que las sustancias pegajosas influyen en las revoluciones de las pelotas, y esa relación representa el centro de los esfuerzos para detectar a los lanzadores que están utilizando compuestos exóticos en los últimos años, desde Trevor Bauer hasta Gerrit Cole. Pero hay otro efecto, insinuado durante mucho tiempo, pero nunca probado de manera concluyente, que está comenzando a ser detectable con los nuevos datos de junio. Es posible que el mayor impacto de las sustancias pegajosas no haya sido en las revoluciones, sino en la resistencia al aire de la pelota de béisbol.
Es lógico pensar que untar un montón de sustancia pegajosa y viscosa a una pelota va a cambiar la forma en que vuela. Pero nunca hemos tenido los datos para confirmar, negar o medir eso, en parte porque los lanzadores no suelen anunciar cuándo comienzan o dejan de emplear sustancias. Pero ahora tenemos un movimiento masivo, con al menos unas docenas de lanzadores abandonando el uso de Pegamento de Araña (o sustancias relacionadas), todos al mismo tiempo. Esto nos da el tamaño de la muestra requerido para abordar una pregunta que previamente había producido resultados ambiguos.
Debido a que las sustancias pegajosas influyen en las revoluciones de la pelota y las revoluciones de la pelota a su vez influyen en la resistencia al aire, no podemos usar los datos de vuelo desde la mano del lanzador al plato para medir lo que las sustancias están haciendo con la resistencia al aire. Así que pasamos a los datos de la bola bateada, que tiene una distancia estimada desde el plato, así como la fuerza con la que la bola salió del bate y con qué ángulo. Usando esos factores, además de tener en cuenta el estadio, construí un modelo para estimar qué tan lejos debería haber viajado la bola bateada, y luego lo comparé con qué tan lejos llegó realmente. Más de lo esperado puede implicar que la pelota era más aerodinámica, menos lejos de lo esperado significa que era menos aerodinámica.
Aunque solo estamos a mitad de junio, está claro, según este modelo, que algo ya ha cambiado. Hasta ahora, los batazos elevados van cuatro pies (1.22 metros) más lejos de lo esperado, un impulso que es muy poco probable que se deba solo al azar.
Mes | Recorrido del batazo con respecto a lo esperado |
Marzo/Abril | -1 pie (-0.30 metros) |
Mayo | -0.5 pie (-0.15 m) |
Junio | +4 pie (+1.22 m) |
El clima es un factor aquí. Junio trae un clima más cálido y hasta ahora la temperatura promedio de inicio del tiempo de juego ha aumentado unos seis grados Fahrenheit. Ese aumento de calor agregaría alrededor de 1.5 pies (0.46 metros) al promedio de un batazo elevado bien conectado, muy por debajo del pico de cuatro pies (1.22 metros) que obtuve acá.
Si bien las revoluciones disminuyeron y la distancia del batazo elevado aumentó al mismo tiempo, eso no significa necesariamente que estén relacionadas. Es posible llevar el análisis un paso más allá centrándose en particular en los lanzadores que han visto disminuciones notables en las revoluciones. Como comentó Eno Sarris, la reducción en las revoluciones de la pelota en la liga durante junio no se ha distribuido de manera uniforme: un puñado de lanzadores ha experimentado disminuciones masivas (>100 RPM), mientras que la mayoría ha experimentado disminuciones pequeñas o marginales.
Resulta que los lanzadores que habían visto caídas de 100 RPM en relación con su promedio de la temporada vieron un cambio mucho más significativo en la distancia de la bola bateada. Su bola bateada típica viajó 6.3 pies (1.92 metros) más lejos de lo esperado. Los jugadores con poco o ningún cambio en sus RPM (<50), por el contrario, vieron un aumento de aproximadamente solo 1.5 pies (0.46 metros), sobre lo que esperarían gracias al clima más caluroso de junio.
La reciente apertura de Cole, en la que permitió un par de jonrones en solitario, es un vivo ejemplo. Después de no haber podido negar previamente que había usado Pegamento de Araña, Cole, en una conferencia de prensa posterior al juego, se quejó de problemas par agarrar la pelota, pero confirmó que había dejado de usar cualquier sustancia que lo ayudaba antes. Le conectaron cinco batazos elevados de 350 pies (107 metros) o más, su mayor cantidad de esta temporada hasta ahora, a pesar de permitir una velocidad de salida bastante típica en esos batazos elevados.
Las sustancias pegajosas pueden recortar la distancia del elevado al permanecer en la pelota después del contacto. Si son lo suficientemente duros o viscosos, los grumos, gotas o hilos de Pegamento de Araña, pegamento tradicional o lo que sea, podrían aumentar realmente el área de superficie de la bola, ralentizándola más en vuelo. También podrían suprimir ligeramente la velocidad de salida al aumentar el peso de la pelota, al menos si se aplican en cantidades suficientes.
Una advertencia: todavía es temprano en la era posterior a las sustancias pegajosas, y relativamente pocos lanzadores las han abandonado por completo y vieron caer sus RPM en más de 100. Aunque hay algunos cientos de batazos elevados (alrededor de 500) de estos lanzadores, en lo que va de junio, los intervalos de confianza en la diferencia de seis pies (1.83 m) son amplios (de aproximadamente 3 a 8 pies o 0.91 a 2.44 m). También es posible que diferentes tipos o aplicaciones de los compuestos tengan diferentes efectos: en un artículo anterior, analicé las distancias de los batazos elevados de Trevor Bauer después de aumentar sus revoluciones y encontré la influencia opuesta: parecían aumentar las distancias de sus batazos elevados después de usar el alquitrán de pino. Este es un tamaño de muestra mucho mayor, pero también puede estar englobando a un grupo de lanzadores con diferentes tipos de químicos, todos los cuales aumentan las RPM pero que pueden tener diferentes influencias en la aerodinámica de la pelota.
Es difícil dejar de recalcar la gran influencia que tiene en la ofensiva un aumento de seis pies (1.83 m) en las distancias recorridas por los batazos elevados. Esto sería suficiente para aumentar las tasas de jonrones de los lanzadores en aproximadamente un 15%, un gran margen en una liga donde la mayoría de las carreras se anotan a través de largos batazos. Si unimos un gran aumento en la tasa de Jonrones/Batazos Elevados al hecho de que los mismos lanzadores no están obteniendo las RPM que solían tener y, por lo tanto, permiten un mayor contacto (y más sólido), tienes la receta para una explosión ofensiva.
De hecho, las cifras preliminares de las estadísticas DRC+ de Baseball Prospectus muestran el mayor aumento en la producción de mayo a junio en la última década. Todo el entorno ofensivo de la liga está cambiando a mitad de temporada, gracias hasta ahora a un puñado de lanzadores que han pasado de usar muchas sustancias pegajosas a usarlas mucho menos. Todavía no sabemos si jugadores como Cole y Bauer son la vanguardia de un movimiento mucho más grande para abandonarlas, o si realmente solo había unos pocos lanzadores en la liga que usaban sustancias que proporcionaban un beneficio tan drástico. Pronto lo averiguaremos.
A pesar de todo, además de las principales consecuencias para cantidad de ponches, las lesiones y, potencialmente, para la tasa de jonrones, MLB ha desatado este cambio en la liga sin comprender completamente lo que están haciendo. Y al igual que con las modificaciones anteriores que han realizado, habrá consecuencias no deseadas. Por un lado, la ofensiva de la liga ha creado un fascinante experimento natural sobre lo que le han hecho al juego años de optimización de uso de sustancias pegajosas. Por otro lado, recién ahora estamos comenzando a detectar el tamaño y el alcance de esas consecuencias, y es posible que no nos guste la versión del juego que surge desde el lado contrario.
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